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Es probable que millones de personas se unan a las filas de los hambrientos como resultado del COVID-19

08 octubre 2020Lectura de 4 min

Más allá de la emergencia de salud del COVID-19, se avecina una recesión, y los países deberían tomar medidas ahora para suavizar los impactos a largo plazo en el hambre y la inseguridad alimentaria, dice un nuevo informe de la Organización de Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas.

Las estimaciones para la economía global varían en detalles, pero todos apuntan a una recesión histórica. El Fondo Monetario Internacional (IMF) ahora espera que el producto interno bruto mundial se reduzca un 3,0 por ciento en el año 2020, en comparación con las proyecciones de enero de un crecimiento del 3,3 por ciento. También se espera que la gran recesión marque el comienzo de la primera recesión directa en África subsahariana- donde aproximadamente una cuarta parte de la población está desnutrida. En el informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI) de 2019, los analistas de la FAO señalaron que la recesión y la desaceleración económica ayudaron a explicar el aumento de los niveles de subnutrición en 65 de los 77 países que registraron tales aumentos entre el 2011 y 2017. Eso subraya el riesgo de tendencias de hambre adversas por delante. El nuevo informe preparado por la FAO, el análisis del suministro de alimentos, basado en el desarrollo estadístico del indicador de frecuencia de recurrencia de la subnutrición desde 1995 hasta hoy en día, se ha correlacionado con tendencias económicas locales pasadas en países con importadores netos de alimentos. Señala que, en ausencia de políticas oportunas y efectivas, es probable que millones de personas se unan a las filas de los desnutridos como resultado de la recesión desencadenada por el COVID-19. Ese número variará de acuerdo con la gravedad de las contracciones económicas, que van desde 14.4 millones a 38.2 millones de personas, o incluso 80.3 millones en caso de que haya una contracción verdaderamente devastadora de 10 puntos porcentuales en el crecimiento de los 101 países netos importadores de alimentos. Según el informe, el resultado real podría ser peor si las desigualdades actuales en el acceso a los alimentos empeoran. Incluyen escenarios y metodología, y una nota técnica que fué desarrollada y publicada simultáneamente para explicar esos aspectos con más detalle. Marco V. Sánchez, Subdirector de la Sección de Economía del Desarrollo Agrícola de la FAO, ‘’La evidencia a favor de hacer de la reducción del hambre una prioridad de las medidas de estímulo económico para abordar el COVID-19”, dijo

FAO: INSTA A MANTENER TODAS LAS CADENAS DE SUMINISTRO DE ALIMENTOS Como el mundo no se enfrenta a la escasez de alimentos, la FAO insta a los países a hacer todo lo posible para mantener vivo el comercio y las cadenas de suministro de alimentos y aumentar la producción agrícola durante la crisis sanitaria internacional. Las respuestas fiscales y monetarias a gran escala que los gobiernos están elaborando para responder al golpe esperado para el crecimiento económico, representan una oportunidad para abordar los problemas de larga data en muchos países de ingresos medios y bajos de desigualdad en el acceso a alimentos saludables. Según informe; las transferencias en efectivo y en especie, las nuevas líneas de crédito para los actores clave en los sistemas alimentarios, las redes de seguridad, el apoyo a los ingresos, los programas de distribución como los bancos de alimentos y la entrega continua de alimentación escolar, deben dirigirse a las personas más vulnerables y más pobres. Dicha focalización, las breves órdenes, también maximizarán el efecto que los desembolsos de recursos públicos tienen en mantener la demanda más dinámica y evitar que las personas caigan en dependencias crónicamente débiles que pueden durar años. Hay ejemplos alentadores de iniciativas de estímulo para la alimentación en países de ingresos bajos y medianos -al menos 106 países han introducido o adaptado medidas de protección social a la luz de la pandemia del COVID-19, según una revisión en tiempo real de la política de protección social medidas por el Banco Mundial y de la Organización Internacional del Trabajo aunque hasta ahora la capacidad de los países africanos para desplegar transferencias de efectivo ha sido débil. Se necesita cooperación y asistencia internacional para ayudar a los países más pobres y vulnerables, y esto se puede vincular a los países receptores que reasignan más de sus propios recursos para lograr los objetivos deseados y evitar el resultado altamente adverso de una mayor desigualdad en el acceso a los alimentos. Dirigir las medidas de estímulo público hacia iniciativas para reforzar el acceso a los alimentos durante la pandemia también ofrece la oportunidad de desarrollar una capacidad de recuperación más duradera en los sistemas alimentarios para protegerlos contra la desaceleración económica y la recesión en el futuro.

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