La mitad de los países que fortifican las harinas de maíz y trigo con hierro, zinc y vitamina B12 pueden necesitar actualizar sus estándares para cumplir con las recomendaciones actuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según un estudio reciente publicado en Food Policy.
Durante décadas, muchos países han recomendado o exigido que la industria alimentaria produzca alimentos “enriquecidos” añadiendo una pequeña cantidad de vitaminas y minerales (micronutrientes) en los alimentos básicos y condimentos que casi todos los consumidores pueden pagar: por ejemplo, harina de trigo con hierro o ácido fólico. Los alimentos están fortificados para prevenir las deficiencias de micronutrientes que pueden mejorar el rendimiento académico de un niño, aumentar la productividad de los adultos y prevenir defectos de nacimiento discapacitantes o fatales.
“Si bien continuamos los esfuerzos para aumentar la accesibilidad a dietas asequibles, diversas y saludables, la fortificación de alimentos básicos puede proporcionar a las poblaciones - especialmente a los más vulnerables - las vitaminas y minerales que son más difíciles de obtener”, explicó la Dra. Nancy Aburto, Director Adjunto de Nutrición y Sistemas Alimentarios de la Organización para la Agricultura y la Alimentación y ex Jefe de Nutrición del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En el estudio, los estándares de los países para el enriquecimiento de la harina de trigo y maíz se compararon con las directrices internacionales para los niveles de nutrientes y los compuestos que proporcionan dichos nutrientes. La intención del estudio era identificar oportunidades para que los países revisen sus estándares nacionales de fortificación y garantizar que los consumidores reciban los nutrientes que necesitan. De los 72 países analizados en el estudio, menos del 50% tenían niveles de nutrientes en los estándares de fortificación de la harina que cumplían con las directrices internacionales actuales de la OMS para hierro, zinc y vitamina B12.
El estudio, que se basa en la experiencia de instituciones líderes en nutrición, como la Universidad de Emory, el PMA, UNICEF, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., la OMS, el Instituto de Ciencia y Educación de Oak Ridge y la Iniciativa de Fortificación de Alimentos, es el primero en comparar todas las normas nacionales para el enriquecimiento de la harina de trigo y maíz con las directrices internacionales.
“Investigaciones como esta son increíblemente útiles para evaluar la alineación internacional con los estándares de fortificación de la harina descritos por la OMS”, señaló Katya Bobrek, de la Universidad de Emory. Aburto agregó: “Para que las iniciativas de fortificación tengan el máximo beneficio, se necesitan datos para ajustar las políticas y los programas para satisfacer las necesidades de la población. Esta investigación arroja luz sobre dónde y cómo se pueden mejorar las iniciativas nacionales para garantizar que la mayoría de las personas obtengan el mayor beneficio para ayudar a eliminar el hambre oculta.’’ Los investigadores esperan que estos hallazgos ayuden a los países a crear o actualizar estándares nacionales que conduzcan a un futuro más inteligente, fuerte y saludable.